Las imágenes que hemos recibido de Japón en las últimas semanas no dejan de sorprendernos.
Nos han impactado los vídeos tomados en directo durante el terremoto y de la ola de mar gigantesca invadiendo la tierra y llevándoselo todo a su paso. Pero también nos han sorprendido las imágenes de japoneses que con serenidad y profesionalidad se centran en conseguir que sus empresas sigan trabajando. Y, por encima de todo, nos maravilla el grupo de trabajadores de la central nuclear de Fukushima que, a pesar de los peligros, se han esforzado por evitar la catástrofe.
Este compromiso de los trabajadores hacia la empresa, que en Occidente las empresas se afanan por conseguir y potenciar, en Japón se da casi de manera natural porque las relaciones laborales suelen dilatarse en el tiempo, con frecuencia durante toda la vida laboral de un trabajador, y se crean fuertes sentimientos de pertenencia al grupo.
Trabajo en equipo y orientación a los objetivos colectivos por encima de los particulares también son connaturales. De la misma manera, entre las grandes compañías y sus proveedores se establecen lazos de confianza estrechos y duraderos.
Las decisiones se suelen tomar por consenso y toda reunión formal tiene por objetivo llegar a un acuerdo para evitar la confrontación.
Este proceso de consensuar ideas se denomina “Nemawashi”. Una consultora asiática ha intentado hacer un estudio de hasta dónde llega este compromiso con el trabajo y con la empresa y ha encuestado a varios departamentos de Recursos Humanos para ver cómo están encarando las primeras semanas tras el seísmo y el tsunami que han hundido al país en su mayor crisis tras la Segunda Guerra Mundial. El resultado confirma que todas las empresas se resisten a abandonar sus actividades y están apostando en muchos casos por dejar que los trabajadores trabajen desde sus propias casas.
El caso de compromiso con la organización llevado al límite es el de los trabajadores de la central nuclear de Fukushima, que continúan en sus puestos de trabajo intentando contener el desastre, a pesar de que ello esté poniendo en riesgo su salud y su vida en última instancia. Hasta el momento, una veintena de ellos están heridos o expuestos a la radiación, según Tokyo Electric Power Co.
Algunos han sido hospitalizados por contaminación radioactiva. Además de los altos niveles de radiación (las autoridades niponas han elevado los índices de exposición a la radiación legalmente autorizados a cinco veces los permitidos para los empleados de las plantas nucleares en una año en condiciones normales), los trabajadores tienen que enfrentarse a niveles de estrés inusualmente altos, ya que son conscientes de que sobre sus hombros recae una gran responsabilidad.
Sin embargo, dicen los expertos, ante las grandes tragedias, Oriente y Occidente se comportan de la misma manera a pesar de las diferencias culturales.
Niveles de sacrificio y generosidad tan admirables como los que están llevando a cabo los trabajadores de Fukushima se han dado ya en el pasado. Tomemos como ejemplo los centenares de profesionales de todo tipo (bomberos, policías, etc.) que se afanaron por ayudar tras atentados terroristas como el que hizo caer las Torres Gemelas en Nueva York o el de la estación de Atocha en Madrid".
Todo un ejemplo para aprender...
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